HOMILÍA DOMINICAL. DOMINGO DE CARNAVAL

Ya estamos en domingo de carnaval, ya hemos iniciado el camino hacia la preparación de la Santa y gran cuaresma. Preparación para la conmemoración del gran misterio de la redención del divino Redentor.

Esta celebración del carnaval tiene una significación muy profunda. Primero que el carnaval es muy anterior, no es nada relacionado con el cristianismo, es muy anterior. Hay leyendas que sitúan al carnaval allá en la lemuria. Pero independientemente de todo eso, sabemos que el carnaval y sus desenfrenos, venían ya desde la antigua Grecia, desde el antiguo Egipto, del Imperio Romano. Todos tenían esta celebración a sus dioses, las grandes festividades y esos desenfrenos incontrolados. Incluso más allá, en culturas precolombinas, en aztecas, también tenían ese impulso desenfrenado conmemorando a sus dioses.

 El cristianismo ha recogido esa cultura, simbología pura, de todo nuestro interior. En esas fiestas mucha gente manifiesta todo lo que lleva dentro, oculto hasta ahora por su personalidad, pero se manifiesta todo, todo lo que llevamos dentro lo manifestamos en esas máscaras, en esos desenfrenos, entonces es descontrol.

 El cristianismo ha dado esa simbología, de que así vamos nosotros por dentro y que es el momento de dar un paso hacia delante, es el momento precisamente de prepararnos, con el ayuno, con la oración con el recogimiento. De prepararnos para controlar, para revertir, para interiorizar. Conocernos a nosotros mismos y controlar todo ese desenfreno, a través de la preparación, de la oración y del ayuno.

Por eso precede a la gran cuaresma este Carnaval, para indicarnos cómo estamos y lo que debemos hacer.

Así simplificado, es la simbología de este carnaval. Por tanto, nosotros, que celebramos hoy el domingo de carnaval, aunque culturalmente viene dentro de unos días, hemos de plantearnos un poco esto. Somos cristianos, somos creyentes, hombres y mujeres de fe, hemos de plantearnos un poco esta vida de carnaval, que muchas veces llevamos, hacia otro paso, a la vida del conocimiento interior, del ayuno, de la oración, de la trascendencia, que para nosotros los cristianos, es también la preparación de esa gran conmemoración, de ese mayor acontecimiento que ha sucedido sobre el tapete de la vida.

El mayor acontecimiento de la humanidad que ha sido su redención, su transformación interior. Vamos empezando ya prepararnos hacia la conmemoración de ese gran misterio, porque empezaremos el tiempo de oración, el tiempo sobre todo de ayuno y de preparación, vamos ya interiorizando y preparándonos para ello.

Que tengamos un feliz día.


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